En nuestra anterior publicación Las leyes del pensamiento sistémico (1ª parte) vimos las 5 primeras de las 11 leyes que rigen la Quinta Disciplina de las organizaciones inteligentes. Ahora veremos las 6 restantes.
Con carácter previo es conveniente haber leído El pensamiento sistémico en las organizaciones y la 1ª parte de esta publicación, arriba enlazada.
6.- Lo más rápido es lo más lento
Senge asimila esta ley a la fábula de la tortuga y la liebre, en la que la tortuga es la más lenta, pero gana la carrera. Casi todos los sistemas naturales tienen un momento de crecimiento óptimo, que es muy inferior al más rápido. De esta forma, cuando el crecimiento es excesivo, el sistema compensa aminorando la marcha. Algo así lo refleja el dicho de que «lo mejor es enemigo de lo bueno» o más numéricamente, con la relación de Pareto, que para conseguir el 80% del resultado necesitamos un 20% de los recursos, y para alcanzar la perfección del 100%, para conseguir el 20% restante, necesitamos un esfuerzo que representa el 80% del total.
7.- La causa y el efecto no están próximos en el tiempo y en el espacio
La creencia en el pensamiento lineal e inmediato y en la correlación entre causa y efecto quizá provenga de nuestra infancia en la que, en nuestros juegos, todo estaba íntima e inmediatamente relacionado. Llevado este comportamiento infantil al mundo de las empresas, cuando se produce un problema en la línea de producción, se busca la solución en el mismo departamento de producción, si lo vendedores no alcanzan sus objetivos, buscamos nuevos incentivos de venta y promociones.
8.- Los cambios pequeños pueden producir resultados grandes, pero las zonas de mayor apalancamiento a menudo son las menos obvias
Anteriormente hemos explicado que todo sistema es más robusto e inflexible cuanto más grande es, y su estabilidad reside justo en el volumen de las interacciones de los elementos del sistema. También el pensamiento sistémico nos explica que el sistema ejerce una resistencia contraria a todo cambio que se ejerza sobre él. De ahí que las soluciones más sencillas y recurrentes a menudo son las menos operativas; Como mucho, muestran una ligera mejora, pero luego el sistema vuelve a su estado de estabilidad anterior.
Por lo tanto, lo crucial está en determinar el punto exacto del sistema donde aplicar el cambio y ejercer el principio de la palanca, por el que, aplicando un mínimo esfuerzo conseguimos una mejora óptima y duradera.
Peter Senge pone de ejemplo el gobierno de un buque: si queremos virar a la derecha, el pensamiento lineal nos diría que ejerciéramos el esfuerzo en la misma proa girándola a la derecha. Pero todos sabemos que justamente es en el lado opuesto del barco, en la popa, donde hay que ejercer el apalancamiento, girando el timón de modo que sea la popa la que gire, pero no a la derecha, adonde queremos enfocar el barco, sino a la izquierda, para que la proa vaya hacia la derecha.
9.- Se pueden alcanzar dos metas aparentemente contradictorias
El pensamiento lineal viene a plantear escenarios duales y contradictorios: No hay mejora sin dolor, parta aumentar la calidad hay que subir los costes, para conseguir mayor rentabilidad de la mano de obra hay que bajar los costes salariales, etc.
Pero el pensamiento sistémico vino a mostrarnos que ambas situaciones pueden coexistir en incluso una ayudar a la mejora de su par: que se mejore la calidad rebajando costes, aumentar la productividad de los trabajadores mejorando su retribución, y que se puede mejorar sin sufrimiento: sólo necesitamos conocer el punto de apalancamiento dentro del sistema.
10.- Dividir un elefante por la mitad no genera dos elefantes pequeños
Senge ejemplifica con la historia sufí en la que tres ciegos se encuentran con un elefante y explican cómo es. Uno, tomando una oreja dice: «Es una cosa grande, ancha, áspera y extensa como una alfombra». Otro, cogiendo la trompa, dice: «Es un tubo recto, largo y hueco». Y el tercero, abarcando una pata delantera dice: «Yo tengo la verdad. Es poderoso y firme como una columna». Esta triple definición de un mismo elefante no es muy diferente de la visión de una misma empresa por su director de producción, su director de calidad y su director comercial.
Y es que las empresas, como sistemas vivos que son, poseen su propia integridad, y su carácter depende de su totalidad. También hay que observar el comportamiento de la empresa en su totalidad para tomar decisiones en cada uno de sus departamentos. Sólo se pueden comprender los problemas departamentales observando la empresa en su totalidad y no dividiéndola en partes independientes, como si dividiéramos un elefante por la mitad.
11.- No hay culpa
Resulta muy habitual culpar a circunstancias externas de nuestros problemas. Pero el pensamiento sistémico nos muestra que no hay nada externo: el sistema y las causas de sus problemas residen en el mismo sistema. Senge concluye que la solución al problema reside en la relación del sistema con dicho problema.
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