Con el siglo XXI hemos entrado de cabeza en la última gran revolución en todos los órdenes, productivo, empresarial y sobre todo, social. Las personas ya no consumimos de la misma manera, queremos todo a la carta, inmediatamente, sin movernos del sitio y con una amplia oferta donde elegir. Cuanto más, mejor: más diversión, más incertidumbre, más oportunidades, más competencia, más riesgo… Y a nivel empresarial, la calidad en el servicio va ligada a la gestión de nuevas experiencias en el cliente y a la mejora de la eficiencia operativa.
Ante estos avances, las empresas tienen que cambiar antes de que la realidad las cambie, lo que ya se produciría demasiado tarde, y se las llevaría por delante sin remedio.
Digitalización y transformación digital
Pero, para adaptarse a las nuevas reglas del juego, no es suficiente con dotar de tecnología a la empresa, implantando CRM’s o tiendas on line, proveyendo a la plantilla de tabletas, teléfonos inteligentes, gestionando información en la nube o comprando escáneres para eliminar papel. Esto sólo supondría la base de la pirámide, lo que llamaríamos DIGITALIZACIÓN.
Porque la digitalización, por sí sola, supone el cambio de la forma de hacer las cosas, lo que podríamos incluir dentro de la gestión de la mejora continua. Son un conjunto de cambios que sólo suman al resultado empresarial. Positivo, sí, necesario, también, pero insuficiente. Toda esa tecnología va a ser utilizada por las personas que trabajan en la empresa. No vale con sólo cambiar. La empresa con todos los que la integran necesita dar el paso a la TRANSFORMACIÓN DIGITAL.
Para que en vez de sumar la empresa multiplique exponencialmente el resultado de semejante inversión en tecnología es imprescindible implicar a toda la plantilla, verdadera pieza clave en este proceso.
Mientras el cambio a lo digital o DIGITALIZACIÓN es una forma distinta de hacer, la TRANSFORMACIÓN DIGITAL supone una nueva forma de ser, un cambio en el orden de valores empresariales y personales que fortalecen y alinean la cultura corporativa para afrontar los nuevos retos
Así, la transformación digital no hace cambiar a la empresa, hace que la empresa sea otra nueva, distinta a la anterior, y que se sume a la innovación. La Innovación no se lleva a cabo por un departamento de I+D+i, sino que se desarrolla e interconecta en el seno de toda la organización y de sus profesionales. Si la I+D+i se concentra en un sólo departamento, mal futuro le espera a la empresa.
Según expusimos en el post Transformación empresarial: ¿cueces o enriqueces?, la organización empresarial debe hacer el tránsito por las distintas etapas desde la incompetencia inconsciente pasando por la incompetencia consciente, para aquí aplicar la digitalización y llegar hasta la competencia consciente (una nueva forma de hacer), y acabar en la competencia inconsciente (una nueva forma de ser), que supone aplicar y consumar la transformación digital, cuando la empresa incorpora en el ADN de la corporación y de sus colaboradores la mentalidad digital, actuar en digital sin siquiera pensarlo.
¿Qué pasos hay que dar en la transformación digital?
Tal como expusimos en nuestra publicación 5 factores de éxito en la transformación empresarial, la organización, liderada desde su cúspide, debe encarar las cinco siguientes fases, que en este post sólo citaremos:
1º.- Generar un sentido de urgencia lo suficientemente grande
2º.- Crear un equipo transformador influyente
3º.- Crear y difundir una visión compartida y estimulante
4º.- Planificar y celebrar triunfos parciales durante la transformación
5º.- Arraigar el proceso de transformación antes de cantar victoria
¿Qué papel juegan los RRHH en la transformación digital?
Sin duda la transformación digital supone un cambio dramático en el seno de la empresa, pues, como hemos dicho, no basta con hacer las cosa de distinta manera, sino que en ese viaje debe producirse un cambio de cultura empresarial hacia el mundo digital y una reordenación de los valores personales de los trabajadores, que deben deshacerse de viejos moldes y zambullirse en otra forma de ser.
Sin duda, a quien más le va a costar esta transición es a la empresa, porque las personas, como consumidoras que somos, ya hemos aceptado e incorporado lo digital a nuestras vida, a nuestro quehacer diario.
Dentro de ese cambio de valores corporativos y personales se deben trabajar aspectos como los siguientes:
- Desarrollo de competencias digitales mediante el coaching, mentoring y la gamificación.
- Destreza en el uso de las nuevas tecnologías (aplicaciones y dispositivos electrónicos)
- Orientación al cliente, mentalidad de servicio personalizado.
- Gestión de la experiencia de cliente.
- Trabajo en equipo que genere el dinamismo transformador. Interconectividad.
- Uso de redes sociales.
- Potenciación de la comunicación, especialmente la informal para la generación de ideas, para el posterior traslado de acciones y resultados mediante la comunicación formal.
- Vivir en la innovación, ideando soluciones nuevas y diferentes ante situaciones requeridas por el propio puesto, organización, clientes o mercado.
- Flexibilidad en las estructuras, pues nos toca vivir en estructuras complejas, como compleja es la realidad digital.
- Empoderamiento a los trabajadores, pues el poder principal pasó de ser el capital a ser el propio hombre, y los trabajadores, como seres humanos consumistas, detentan ese poder transformador.
En definitiva, desarrollo de las soft skills, competencias emocionales transversales que deben convivir con las hard skills, específicas para la utilización de la tecnología digital.
Porque la transformación digital no es estrenar ordenador o smartphone…
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